M está sentado sobre los recuerdos de P en medio del pinar. No hay luna ni sombras. La impotencia le llena por dentro como la oscuridad de la noche. ¿ Por qué no supo expresarle a P todo lo que le hizo sentir aquella tarde de hojas secas? (silencio) La noche se despide perezosa y P mañana parte. Todos los pensamientos se vuelven cenizas y se precipitan en el eco del abismo. Desiste. Respira profundamente. Vuelve a respirar. Decide irse. Se levanta fijando la mirada al horizonte y al girar dirección a casa, de pronto, una pared blanca le corta el camino. Ingenuamente vuelve a girarse esperando una respuesta del viento, pero sólo encuentra otra pared blanca (su pared) El tiempo avanza... o quizás no.
En el parpadeo de una vela -debilidad del cambio- pueden abrazarse escandalosamente realidad e ilusión, fluyendo por el extravío mental de meandros de barro Admirar el íntimo deterioro del mito sin huir, sin culpables, desnudando las formas que no resolvimos en el orgasmo
En el parpadeo de una vela -debilidad del cambio- puedo confesar en voz alta: todo es nada lo que quedó ya se fue